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Cristóbal Tirado ha dedicado su carrera a las obras de carácter público

Una obra titánica es hacer un hospital por donde pasan 5.000 personas al día

Premiado en 2014 por el Colegio de Arquitectos, este profesional diseñó el Hospital Clínico de La Florida y el Museo Regional de Aysén.

“El arquitecto tiene el deber social de construir una mejor ciudad para todos”, dice Cristóbal Tirado, 36 años, titulado en la Universidad Católica. Siguiendo esa premisa, Tirado ha dedicado todas sus energías a apostar por las obras de carácter público: diseñó el Hospital Clínico Metropolitano de La Florida, el Hospital El Carmen de Maipú, el Parque Museo San Borja, y el próximo Museo Regional de Aysén, entre otros.

La apuesta de este profesional -reconocido en 2014 por el Colegio de Arquitectos con el Premio Promoción Joven al arquitecto colegiado menor de 35 años- es continuar su carrera ligado al trabajo de impacto público. “En los últimos tiempos se ha producido un cambio en la arquitectura chilena y hay más interés en la obra pública. Creo que este cambio tiene que ver con que ahora hay más concursos de arquitectura para espacios públicos que hace cinco años. El mandante, que en estos casos es el Estado o un organismo público, ha comprendido que tiene la posibilidad de elegir entre mejores propuestas llamando a concurso, lo que enriquece los proyectos”, reflexiona.

En el caso del Hospital Clínico Metropolitano de La Florida, el desafío para Tirado fue conciliar los diversos usos que se le daría al espacio. “Un hospital es probablemente uno de los programas más complejos en arquitectura, ya que hay muchos actores dentro y cada uno vela por su propia parcela. Hay que respetar las necesidades de cada uno y seguir un orden general para que no se te desarme este monstruo de edificio. A los arquitectos nos gusta hacer una casa bonita, en un buen paisaje. Pero hacer un hospital, por el que pasan todos los días 5 mil personas, tiene un impacto grande”, comenta.


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Premiado profesional apunta a una disciplina útil para la comunidad

Pablo Talhouk: "No existen las estrellas solitarias en arquitectura"

E l palmarés del Centro de Atención al Vecino de la Municipalidad de Peñalolén no es poca cosa: su diseño, a cargo de las oficinas de arquitectura de Víctor Gubbins, y de Antonio Polidura y Pablo Talhouk, se mereció el premio ISU 2015 (Innovación, Sustentabilidad y Aporte Urbano), en la categoría Urbanismo. También fue nominado al Building of the Year Awards 2016, de ArchDaily.

Pablo Talhouk (43) es uno de los cerebros tras este galardonado edificio. “Lo que hicimos fue un edificio anexo a la casa consistorial del municipio, para regalarle a la comunidad un espacio público de calidad y que fuera de fácil acceso para su uso. Su gran mérito no está en el edificio mismo, sino en la estrategia de emplazamiento en que se basó, que buscó integrarlo al entorno que rodea la casa consistorial”, comenta.

La apuesta de este profesional titulado en la Universidad Central es por las formas simples, sin excesos. “En nuestra oficina hacemos arquitectura a partir del material más apropiado para el tipo de construcción, por lo que el resultado final siempre está libre de decoraciones excesivas. Buscamos las formas simples, de lecturas claras, en que la expresión del edificio es muchas veces la estructura del mismo. Es una definición que tiene que ver con el modo de trabajo, lo que nos interesa a nosotros está más cargado hacia la técnica, hacia lo constructivo, que hacia la estética o gratuitamente decorativo”, plantea.

Para Talhouk, el común de la gente tiene una idea de la pega de los arquitectos bastante fuera de la realidad. “Se piensa que los arquitectos se van en volá, pero es un error porque en esta profesión el trabajo es súper complejo y requiere la participación de muchos profesionales para llegar a un buen producto final, por lo tanto no existen las estrellas solitarias”, argumenta.