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    Jorge Zúñiga: "A mí me interesa la ciencia y la investigación, no tengo tiempo para los negocios"

    Científico chileno top creó manos ortopédicas para niños por $35.000

    Este profesor de educación física conoció a su mujer norteamericana cuando era salvavidas en El Quisco. Se fue a EE.UU., se casó, estudió y ahora es un fisiólogo de nivel mundial por las prótesis que hizo para la Nasa y para niños, que fabrica en impresoras 3D.

    H ace cerca de una década Jorge Zúñiga estaba trabajando como salvavidas en la playa de El Quisco cuando se acercó una “gringa” a pedirle que se sacaran una foto juntos, “igual como le pidió a un bombero, un carabinero. Ella quería tener fotos con gente típica de Chile”, explica Zúñiga. Esta foto derivó en un pololeo que terminó con Zúñiga viviendo en el estado de Nebraska, en Estados Unidos. “Llegué sin saber inglés y trabajé un año y medio como jardinero, mientras preparaba mis pruebas GRE para ingresar a la universidad y TOEFL de manejo del inglés”. Luego de dar tres veces el TOEFL, finalmente pudo entrar a hacer un máster en ciencias del ejercicio y biomecánica, que derivó, luego, en un doctorado en Fisiología Biomecánica, con especialización en desarrollo neuromuscular y movimiento humano.

    Zúñiga, actualmente casado con esa mujer que le pidió la foto y con dos hijos, llega a Santiago la próxima semana para participar del Congreso del Futuro (entre el 19 y el 24 de enero). Previo a su llegada, aquí explica cómo un joven de la comuna de El Bosque, profesor de educación física de la Universidad Católica Silva Henríquez, terminó con un laboratorio en Creighton University que desarrolla prótesis y trabaja proyectos con la Nasa. Por si fuera poco, fue galardonado por Microsoft y ha presentado su trabajo en prestigiosas universidades como John Hopkins y Berkeley.

    -¿Cómo derivó en el tema de las prótesis?

    -Después de terminar mis estudios de máster y PhD, me puse a trabajar con deportistas y me di cuenta de los desafíos que tenían los niños con problemas de discapacidad o desarrollo. Recuerdo que vi un reportaje de Sudáfrica sobre un equipo que estaba haciendo prótesis para niños. Cuando observé la mano me di cuenta, altiro, que estaba mal diseñada. Intenté contactarlos, pero no respondieron.

    -¿Por qué se dio cuenta?

    -Las manos son las extremidades más complicadas. No soy un experto en el movimiento de las manos, pero decidí ese verano empezar a hacer una mano con mis conocimientos sobre modelaje anatómico. Me demoré como nueve meses en tenerla. Recuerdo que a los tres meses de trabajo mi hijo mayor (9 años en esa época) vio la mano y me dijo que no iba a resultar porque se veía muy real y me trajo la foto de un Transformer.

    -¿Cambió su trabajo ese comentario de su hijo?

    -Sí, porque me di cuenta que el concepto era muy distinto. En el campo de la prostética no existe esa idea de la mano robótica. Yo estaba tratando de hacerla lo más parecida a una normal, cuando nunca iba a ser normal. Pensé que era mucho mejor para los niños hacer una mano más robótica.

    -¿Y qué pasó con esa mano?

    -Se la dimos a un niño de acá, en Omaha, que no tenía los dedos de su mano y no podía tomar cosas. Pudimos ver que funcionó perfectamente. Era muy eficiente y funcional y el costo de hacerla fue de cerca de US$50 ($35.000 chilenos).

    -¿Son prótesis muy accesibles?

    -Imagínate que ese niño solo habría podido acceder a una mano tipo gancho, que vale entre US$3.000 y US$5.000 (entre $2.000.000 y $3.500.000). Los seguros no se las dan a los niños porque se rompen y hay que cambiárselas. A los veteranos de guerra sí les pagan las prótesis, pero a los niños es muy difícil que les paguen.

    -Pero le fue bien con la primera mano.

    -Sí, y los muchachos de la Nasa nos dieron financiamiento. De hecho, soy el representante de la Nasa en esta universidad (Creighton University) a raíz de este proyecto. Los ayudé un poco, mi rol no fue muy grande. Solo diseñé una mano para que los astronautas se afirmaran mientras trabajaban máquinas en el espacio.

    -Pero los astronautas tienen manos de verdad. ¿para qué una ortopédica?

    -Ellos se fatigan mucho trabajando afuera de la nave porque hay una mano con la que se agarran a la estructura. Hice un prototipo que es como un gancho que les permite estar afirmados.

    -¿El proyecto de la Nasa permitió financiar el de los niños?

    -Claro, pero ellos sabían que esa aplicación la íbamos a utilizar para niños. Ellos les pagan el sueldo a mis asistentes, que son 11 en mi laboratorio.

    -¿Cómo llegó a la impresión 3D, vinculada con las prótesis?

    -Siempre trabajé con modelaje anatómico, que implicaba crear figuras anatómicas en el computador. Era bueno en eso; de hecho, enseñé anatomía y fisiología. Tengo mis propios modelos de manos, músculos, nervios e hice muchas animaciones para que los estudiantes entendieran cómo se movía el cuerpo.

    -¿Y dónde aparece la impresión 3D?

    -La vi en las noticias y me dí cuenta que iba a cambiar el proceso general de los inventos, bajando costos y dando más independencia a los inventores. Compré una máquina que no me funcionó, la arreglé y empecé a entenderlas. Ahora hacemos nuestras propias máquinas para imprimir con distintos materiales.

    -¿Por qué otros materiales?

    -Necesitábamos imprimir con silicona y eso era imposible porque necesitaba una temperatura exacta. En las máquinas 3D es difícil mantener la temperatura, entonces sellamos una, le pusimos un sensor de temperatura y un ventilador que se prende cuando la temperatura es muy alta. Eso lo logramos hace más de dos años y ahora imprimimos silicona y plástico.

    -¿Para qué sirve esa mezcla?

    -La ponemos en las yemas de los dedos para que pueda sujetar cosas.

    -Su currículo dice que una de sus especialidades es la neurofisiología. ¿Cómo la usa en su trabajo?

    -Es muy importante porque si tú naces sin dedos la parte de tu cerebro que maneja esa mano no sabe cómo usar los dedos. La mano que tiene dedos tiene un lugar del cerebro que sabe manejarlos, pero la mano sin dedos no cuenta con esa función en el cerebro. Eso implica que hay que ir construyendo esas conexiones con manos que les permiten entrenar para que, cuando tengan manos mecánicas, puedan administrar esos movimientos.

    -¿Tiene que cambiarle la prótesis muy seguido a los niños?

    -Hay cabros chicos a los que le cambiamos la prótesis cada ocho meses. Hay niños que llevan 6 manos.

    -¿Cómo es la relación con los niños?

    -Es fantástica. Y uno se hace muy amigo de sus familias. Los padres son claves, apoyándonos porque son los que nos ayudan a traerlos. Tengo un refrigerador con comida para los niños, películas para que vean mientras recolectamos datos. Estoy en contacto diario con los padres, me llaman al celular cuando se les rompen los dedos. También me llaman de los colegios porque se ponen a pelear y se rompen las prótesis.

    -¿Se rompen mucho?

    -El pulgar se rompe mucho, especialmente en los niños varones.

    -¿Quién paga todo eso?

    -Ese es el trabajo más duro. Cerca del 80 por ciento de mi tiempo lo gasto buscando financiamiento, yendo a reuniones. Ahora le estoy pidiendo al National Institute of Health.

    -¿Le gusta lo que hace?

    -Trabajar con niños chicos es lo mejor que me pudo pasar en el mundo. Más aún cuando son niños que no pueden financiarse una mano. Hay muchos niños mexicanos, que están ilegales y nosotros los atendemos sin pedirles nada.

    -¿Cuántas manos tiene por ahí circulando?

    -Acá, en Omaha, como 50 manos. Hace poco hicimos un hombro completo para un niño de seis años que se llama Antonio. El hombro costaba US$40.000 y decidimos hacerlo a pesar de que nunca habíamos hecho uno. Nos demoramos un año y es manual, no es electrónico. El costo total fue de US$200 ($140.000). Con este hombro nos hicimos famosos hace como ocho meses y aparecimos en reportajes de CNN, BBC y revistas médicas.

    -Este niño debe estar muy contento.

    -Lo bueno es que le vamos a dar un hombro hasta que sea grande. Uno se siente muy bien haciendo esto. Logramos hasta corregirle la postura de la espalda porque el hombro se lo hicimos con el peso real (800 gramos).

    -Fue como una alineación y balanceo.

    -Sí, pero no lo usa en el colegio porque no le gustó el color. El cabro me pidió que el próximo fuera como Iron Man y me trajo el mono para que lo viera. Se lo vamos a hacer rojo.

    -Fue bueno que su señora le pidiera esa foto en El Quisco.

    -Sí, pero ella me reclama porque trabajo mucho. Me despierto a las 4 de la mañana y trabajo hasta las 5:30 de la tarde.

    -¿Por qué tan temprano?

    -De 5 a 8 de la mañana trabajo en mi laboratorio haciendo investigación, diseños y buscando el financiamiento. Después me voy a mi oficina y preparo mis clases, recibo a mis estudiantes, hago seminarios. Llego a las 5 y media a la casa, veo a mis niños hasta las 10, que se acuestan, y ahí me pongo a ver email entre las 10 y las 12 de la noche. Me llegan como 100 mails al día.

    -¿Le piden prótesis?

    -Sí, y hay que decirles que vamos a ayudarlos, pero hay una lista de espera como de 50 personas. El 23 de diciembre le hicimos unas manos a un niño de 4 años que contrajo una bacteria y le amputaron las manos y pies. Me llegó un mail el 21 de diciembre explicándome el caso y esa noche nos quedamos diseñando, el 22 la imprimimos y el 23 nos fuimos al hospital que queda a cinco horas y armamos la mano en el viaje. Cuando llegamos el niño estaba muy cansado y mañoso y nos echó, un médico la instaló y nos mandó la foto. Así es como este proyecto funciona.

    -¿Podría hacer un negocio de esto?

    -Me han dicho e incluso ofrecido hacer algo así. Pero no soy un hombre de negocios, no sabría cómo hacerlo. A mí me interesa la ciencia y la investigación, no tengo tiempo para los negocios.

    “La Nasa les paga el sueldo a mis asistentes, que son 11 en mi laboratorio”

    Jorge Zúñiga