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Kerith Lemon promueve la filosofía de vivir primero y postear después

Cineasta gringa se lanza contra el uso excesivo de las redes sociales

Rodrigo Castillo


Profesional exitosa, súper creativa y recientemente casada, la estadounidense Kerith Lemon descubrió hace un par de años que se sentía desconectada de sus amigos pese a que, en el mundo de las redes sociales, se la veía más conectada que nunca.

“Me empezó a resultar extraño el hecho de que todas las conversaciones, en el mundo real, comenzaban con la fórmula ‘vi en las redes sociales’.‘Vi que estabas comprometida’, o ‘vi que tienes un nuevo trabajo’, o ‘vi que estás realmente muy ocupada’. Y era cada vez menos frecuente que esas conversaciones incluyeran preguntas acerca de cómo me sentía o qué más estaba pasando en mi vida”, dice Kerith.

Dueña de una larga carrera en el mundo de las comunicaciones audiovisuales y la publicidad, esta guionista, productora y directora decidió, en cierto momento, que plataformas tan útiles y adictivas como Facebook, Twitter e Instagram estaban robándole algo importante a su vida. Y así se le ocurrió hacer un cortometraje, titulado “A Social Life”, en el que una chica medio trabajólica y perfeccionista despierta un día y se mira al espejo, sólo para para ver que éste ya no le devuelve la imagen de su cuerpo real. En vez de eso el vidrio le entrega un gran collage de todas las selfies que ella había posteado en el ciberespacio.

El filme debutó en 2015 en el circuito de los festivales internacionales, donde recibió aplausos y unos cuantos premios, y toda esa aceptación se tradujo en que la misma Kerith terminó convertida en algo así como vocera de una nueva filosofía de vida que se basa sencillamente en el principio “vive primero, postea después”. Lo curioso es que ella misma admite que su matrimonio –se casó a mediados del año pasado– fue posible, en gran parte, gracias a las redes sociales.

“A mi luna de miel fui sin celular. Bueno, técnicamente aún tenía el aparato sólo para llamadas de emergencia, pero durante esas dos semanas mantuve borradas todas las aplicaciones relacionadas con redes sociales y también cerré mi casilla de correo electrónico. Fue algo muy refrescante, y me di cuenta de que cada vez que tomaba una foto, lo hacía para capturar un momento y no para compartir la imagen en las redes”, comenta.

-Pero has contado que la relación con tu marido no habría sido posible sin las redes sociales.

-Él y yo crecimos juntos y fuimos al mismo colegio. No nos habíamos visto en veinte años y un día nos topamos en nuestra ciudad natal, Santa Cruz. Como vivíamos en diferentes ciudades, él me contactó a través de Facebook y durante los siguientes tres meses nos conectamos mucho en línea. Una vez noté una foto que él había posteado y le envié un mensaje. En otra oportunidad él vio que yo estaba en una ciudad a la que él iba a viajar y me envió un mensaje. Las redes sociales nos dieron más oportunidades para estar en contacto, lo que quizás no habría ocurrido sin esa herramienta, y todo eso nos llevó a hacer planes para vernos en persona.

-Has dicho, a propósito de tu filme, que existe una “depresión por uso de redes sociales”.

-La depresión por uso de redes sociales, así como la envidia y los celos originados por la misma causa eran hasta hace poco términos nuevos para mí. Creo que en el campo de la medicina también son relativamente nuevos. Creo, sin embargo, que esos fenómenos tienen sentido. Cosas como la identidad y la conciencia de sí mismo son muy importantes para toda persona, y las redes sociales nos permiten compartir esa identidad con comunidades más grandes, pero, por otro lado, las redes también se aprovechan de nuestra necesidad de ser vistos y de validarnos, poniéndole un número a cuánto logramos gustarles a los demás, a través de los “me gusta”, y eso puede tener connotaciones muy negativas para gente de cualquier edad.

-¿Antes de hacer “A Social Life” habías empezado a sentir alguna de esas cosas?

-En algún momento noté que me sentía infinitamente conectada a mi celular y que a veces me ponía celosa cuando veía que ciertos “amigos” estaban posteando cosas que a mí me habría gustado estar viviendo, como trabajar en un gran proyecto o estar con la familia. Considerando que casi tres cuartos de la población de mi país está en las redes sociales, pensé que tenía que haber otros que se sintieran como yo.

-¿Cómo nació la idea del cortometraje?

-Yo estaba escribiendo un corto sobre otro tema y realmente estaba luchando para hacerlo bien. Todos a mi alrededor me aconsejaban que escribiera sobre las cosas que conozco, y de pronto me di cuenta de que estaba sintiéndome demasiado conectada a mi celular. Me escapaba de mi propia vida para mirar las vidas de otros en las redes sociales, y eso estaba ocurriendo más a menudo de lo que yo hubiera querido admitir. Al mismo tiempo, vi algunos artículos sobre envidia y celos en la era de las redes sociales. Irónicamente, los recibí a través de mis contactos en las redes. Así surgió mi interés en hacer algo que ayudara a abrir la discusión en torno a estos asuntos.

-¿Encontraste mucha resistencia entre tus colegas cuando empezaste este proyecto, esta crítica?

-En esa época no comenté mis planes con mucha gente, porque, aunque tenía claro que quería abrir una discusión, mi principal deseo era hacer un filme con una historia interesante y que fuera una expresión creativa verdadera y personal. Escribí el guión, reuní a mi equipo e hice que el cortometraje fuera tan bello y auténtico como me fuera posible. Desde el estreno, las respuestas al filme han sido más positivas que negativas. No era mi intención decirle a la gente qué camino debían tomar; dejé que los espectadores llegaran a sus propias conclusiones. Espero, sin embargo, que después de ver esta película las personas se tomen el tiempo para conectarse con los demás sin estar en línea y para hacer un uso más equilibrado de las redes sociales.

“Las redes también se aprovechan de nuestra necesidad de ser vistos y de validarnos, poniéndole un número a cuánto logramos gustarles a los demás, a través de los “me gusta”, y eso puede tener connotaciones muy negativas”.