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El eje del proyecto es un gran canal entre Atacama y el Bío-Bío para sumar 1 millón de hectáreas cultivables

Proponen una carretera hídrica para convertir a Chile en una agropotencia

Montserrat Olave


R egar un millón de hectáreas, desde Atacama hasta la Región del Bío-Bío. Esa aspiración de la agroindustria contempla un proyecto gigantesco, que implica la construcción de una carretera hídrica que uniría seis regiones en total.

Este gran cause demandaría una inversión de US$20.000 millones y duplicaría las exportaciones agroindustriales. Pero además del beneficio para el agro, resolvería el déficit hídrico de las mineras y ciudades, entre otros beneficios económicos directos e indirectos.

“Se harán napas subterráneas, porque este es un proyecto de envergadura”, dijo Juan Sutil, presidente de Empresas Sutil en un seminario del foro del productividad de Icare, llamado “Nuevas oportunidades de desarrollo para Chile”.

“Entregaría desarrollo sustentable, recargaría las napas y acuíferos, absorbería el dióxido de carbono y expulsaría oxígeno; daría valor a la tierra desértica y generaría energía hidroeléctrica limpia y sustentable”, enumeró Sutil como parte de las externalidades positivas del proyecto.

La carretera se presenta como un largo canal dividido en cinco tramos, independientes entre sí, pero unidos a embalses importantes como Paloma o Colbún. Sólo con la fuente de agua de los embalses se regarían 360.000 hectáreas en el norte, 270.000 en la zona centro y 310.000 en el sur, según detalla el proyecto de Corporación Reguemos Chile.

El primer tramo, de sur a norte, contempla desde la Región del Bío-Bío a la de O’Higgins; el segundo desde la Región del Maule hasta la Metropolitana. El tercero desde la Región de O’Higgins al Embalse Corrales (IV Región); el cuarto tramo, desde el Embalse Corrales hasta el embalse al Puclaro (IV Región) y el quinto, desde Puclaro a Huasco (III Región).

Maximiliano Letelier, director ejecutivo de Reguemos Chile, que impulsa esta carretera hídrica, asegura que “la gracia de hacer tramos es que se puede ir recuperando la cota y llevar el agua por gravedad. La idea es ir conectando embalses y también construir canales para entregar el agua”.

Consecuencias positivas

Un beneficio directo que se espera con esta carretera hídrica es doblar las exportaciones agroalimentarias y transformar al país en potencia alimentaria.

En 21 años de proyecto, se estima que las exportaciones serían de US$64.414 millones. Sin el proyecto, se llegaría a US$35.533 millones.

Además, impulsaría el empleo, con una estimación de un millón de nuevos puestos de trabajo y así la agroindustria eliminaría el vicio de ser un país dependiente de la minería.

“En la agricultura son miles de miles de pequeños y medianos empresarios que pueden seguir desarrollando al país”, expresa Sutil.

La carretera hídrica sería un proyecto de concesiones, una alianza entre privados y el Estado de Chile. “Nuestra idea es dentro de un año tener listos los estudios para presentar la iniciativa privada al ministerio de Obras Públicas, que será el organismo encargado de evaluarlo, declararlo de interés público y llamar a licitación para su construcción”, cuenta Letelier.